Pero, así y todo, advertimos que algunas personas que suelen tener buen humor parecen atraer al éxito financiero. Algo nos dice que hay alguna conexión entre el dinero y la felicidad, que según parece, no sería bidireccional. Es decir, pareciera que la felicidad atrae al dinero, pero esta relación no se daría de igual modo a la inversa.
¿Qué hay detrás de nuestra felicidad? Ciertamente, muchas cosas, pero, sobre todo, un cerebro que libera hormonas que configuran estados mentales que definimos como “felices”. Y esta habilidad del cerebro, de hacernos sentir bien, está muy conectada con el potencial de llenar nuestros bolsillos.
Y todo tiene que ver con las hormonas… Cuando nos sentimos felices, nuestro cerebro libera endorfinas y dopamina, entre otras sustancias, que no solo mejoran nuestro estado de ánimo, sino que también potencian las funciones cognitivas. Por eso, las personas felices suelen ser más creativas, resolutivas y productivas.
Como la felicidad, además de ayudar a la liberación de hormonas favorables, también reduce los niveles de las hormonas que nos estresan, como el cortisol, es un estado en el que podemos concentrarnos mejor y ser más eficientes en todas las tareas que ejecutamos. Ser felices nos vuelve eficientes y por eso, nos lleva a ganar más dinero.
Y este beneficio no se visibiliza únicamente en las personas. Sino que las empresas que favorecen ambientes de trabajo positivos, en los que las personas se sienten felices, suelen reportar menores tasas de ausentismo y mayores de productividad. Así, no solo las personas se benefician económicamente, sino que las empresas, las instituciones y, en definitiva, toda la sociedad, pueden beneficiarse económicamente si se cultivan los hábitos que vuelven al cerebro feliz.
Esta no es la única razón para que la felicidad sea una buena compañera para el incremento de ingresos. La felicidad nos ayuda a tomar mejores decisiones. Si estamos de buen ánimo la mayoría del tiempo, nos volvemos más proclives a analizar las situaciones desde una perspectiva optimista y equilibrada. Esto ocurre con la liberación de serotonina, el neurotransmisor que está por detrás de los estados de bienestar duraderos.
Frente a la liberación reiterada de dopamina y de endorfinas y la consecuente repetición de sentimientos de placer y de alegría, se instala el aumento en la liberación de serotonina que nos llena de optimismo y de mesura. Este estado, facilita la inversión en oportunidades que, quizá, ignoraríamos si estuviésemos estresados o deprimidos.
Como si esto fuera poco, las personas que son felices tienden a tener mejores relaciones sociales y esto, también, incrementa sus posibilidades económicas. Les es más fácil conseguir trabajo, lograr ascensos y promociones, vender bien sus bienes o lograr propuestas que les resulten atractivas. Parecen más confiables que aquellos que son más taciturnos y esto, también, facilita el acceso a puestos que requieren de confianza y, por lo tanto, tienen mejores salarios.
El impacto favorable que tiene la felicidad sobre la salud no es una cuestión menor si se trata de incrementar el dinero en el bolsillo. Las personas felices tienen menos problemas de salud y por lo tanto, menos gastos médicos. Este ahorro, no favorece solamente a las personas, sino que redunda en un beneficio para los lugares de trabajo y para el sistema de salud en general. Las personas que se enferman menos tienen más días productivos y menores costos en seguros de salud.
Y, por último, un cerebro feliz es más resiliente. Nos permite enfrentar las adversidades manteniendo una actitud positiva. Esto nos vuelve más flexibles y adaptables al cambio, permitiéndonos superar obstáculos exitosamente. Esta flexibilidad nos lleva a asumir más riesgos calculados, a adaptarnos a nuevas tecnologías y métodos de trabajo y a estar en carrera en un mundo que es cada vez más dinámico y competitivo.
Tenemos formas de favorecer este círculo virtuoso en el que el bienestar y el mejoramiento económico. ¿Qué podemos hacer? En principio, hacer ejercicio de manera regular, para garantizar la liberación de endorfinas. Otra cuestión importante, es cuidar el sueño para mantener las funciones cognitivas en su mejor nivel. La meditación o el mindfulness son formas de reducir el estrés y aumentar la eficiencia cognitiva. Sabemos que mantener relaciones sociales saludables y positivas es otro punto a tener en cuenta, ya que nos conecta con muchas más oportunidades. Y por último, entender que el propio aprendizaje y desarrollo es una prioridad en la que tenemos que invertir.
Siguiendo estos consejos, no habrá más remedio que dejar que la sonrisa se dibuje en nuestros rostros y nos lleve, indefectiblemente, a prosperar.
* Gabriela Gonzalez Alemán. Neurocientífica, Directora del departamento de psicología de la UCA y fundadora de Brainpoints (MN 33343) Instagram: @brainpoints