A los pocos minutos, arribó un camión de bomberos. Se armó un gran despliegue en torno al salvataje del hombre del décimo piso. Los fortuitos transeúntes detuvieron su marcha. Nadie quería perderse el espectáculo. La morbosidad suele ser el jugo con que se nutren algunas almas. Otros lo hacían por pura curiosidad.
Marta bajó con rapidez por el ascensor, en pocos minutos estuvo al lado del camión de bomberos. No perdió la oportunidad de ser coprotagonista de la circunstancia. Fue entrevistada por varios canales de televisión, contaba su versión de los hechos y daba detalles del rostro de don Cosme.
La gente vivaba al bombero que, subido a la grúa, llegó al décimo piso en busca del hombre en peligro de vida. Claro que no todo es como parece.
Menudo susto se llevó don Cosme, al ver llegar a su balcón al bombero Sanchez que, sorprendido, se encontró con un maniquí de sastre con su traje hilvanado, meciéndose con suavidad y a merced del viento.