Cuando comenzó a ejecutarse el desmantelamiento por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, las Madres se acercaron a hablar con los arquitectos y trabajadores a cargo de la obra para poder preservar y llevar las baldosas que forman los pañuelos blancos pintados por militantes años atrás. De esta manera, fueron enmarcadas y distribuidas entre distintos organismos de Derechos Humanos.
La Comisión de la Memoria de San Antonio de Areco considera que estas no son remodelaciones casuales o ingenuas sino que responden a un intento, por parte del oficialismo, de quitar los rastros de nuestra Historia, los momentos más siniestros que vivió el Pueblo con la última dictadura cívico militar y la lucha y resistencia por parte de las Madres de Plaza de Mayo y las agrupaciones de Derechos Humanos.
Por lo anterior, es un orgullo y un enorme compromiso cuidar, en adelante, de este símbolo en nuestra ciudad y promover distintas acciones con un único objetivo en común: mantener viva la Memoria para que Nunca Más la sociedad argentina vuelva a transitar caminos de sangre y terror.