La digitalización de las finanzas no solo agilizó los pagos cotidianos, facilitó el acceso a servicios financieros y mejoró su calidad, sino que abrió nuevas oportunidades a personas, empresas y comercios que permanecían fuera del sistema. Para las mujeres, el acceso a cuentas bancarias, tarjetas de crédito y otros medios de pago había sido históricamente relegado. La carga de las tareas domésticas y de cuidado, además de la brecha salarial y demás desigualdades de género tenían también esa consecuencia.