Queremos, por ello, asumir esta fiesta como propia y también considerar que San Cayetano es el santo de los empresarios cristianos que tienen, como recordaba el Papa Francisco, “la noble vocación orientada a producir riqueza, mejorar el mundo para todos” orientándose “al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo”.
ACDE fue fundada por el venerable Enrique Shaw, un empresario argentino que vivió su vocación a la santidad dirigiendo empresas en las recurrentes crisis económicas de nuestro país. A sus empleados les escribía: “El trabajo del hombre es una realidad querida por Dios y santificada por Cristo. La desocupación es por tanto un mal moral y no un simple hecho económico, como lo pretenden ciertas teorías que no dudarían en proponerla como una solución útil y aún bienhechora para facilitar una recuperación económica. Dios quiere que el Hombre trabaje. En una sociedad justa y bien organizada no debe haber lugar para la desocupación”.
Por ello, los empresarios cristianos queremos recordar que, en períodos de dificultades económicas, no debe ser el despido la primera solución a encarar sino, por el contrario, la que se tome cuando no exista ninguna posibilidad de evitarlo y cumpliendo con las exigencias de justicia, equidad y caridad.
De la misma manera, la decisión de invertir y crear puestos de trabajo es parte ineludible de nuestro servicio al Bien Común y debe ser favorecida por políticas públicas que, siguiendo el principio de subsidiariedad, favorezcan el desarrollo de la actividad económica privada, promuevan el desarrollo de todos los argentinos sin exclusiones y erradiquen de nuestro suelo y de nuestra historia, el flagelo de la pobreza.